domingo, 28 de octubre de 2007

ALAS (II)


Hasta ahora, chorlitos, hemos hablado principalmente de formas en planta. Pero nunca debemos olvidar que un ala es un cuerpo tridimensional, y que vuela en una corriente tridimensional (a pesar de que los humanos una y otra vez se empeñan en reducir las cosas a un problema en dos dimensiones, porque dicen que así es más fácil de calcular… qué perezosos).


el Wright Flyer

La primera vez que los humanos consiguieron que un avión volara lo hicieron con un biplano. Y resulta que hasta en eso nos copiaron. Recientemente (o eso dicen ellos, porque a mí tanta casualidad me parece sospechosa) se han descubierto los restos de varios de nuestros ancestros que tenían largas plumas en las patas, igual de funcionales que las de las alas, allá por los comienzos del Cretácico. El Microraptor gui, por ejemplo. El famoso Archaeopteryx tenía unas características similares, aunque las plumas de sus patas eran algo más cortas.


Microraptor gui
Reconstrucción de un Microraptor en vuelo

En realidad, si hacemos caso de la teoría de la evolución de Darwin (quien «casualmente», también era un humano), quizá el hecho de que tanto los pájaros como los humanos comenzáramos a volar con biplanos sea simplemente el progreso natural de las cosas. La sustentación que produce un ala es proporcional a su superficie, y en general, en vuelo subsónico, las alas de gran alargamiento son más eficientes, aerodinámicamente hablando, que las alas cortas y anchas. La sustentación también es proporcional a otra variable muy importante: el coeficiente de sustentación. Este último depende de la forma de los perfiles y de su ángulo de ataque.


Parámetros que definen el perfil alar.

Los primeros perfiles de los humanos, desarrollados a base de pruebas en un túneles de viento caseros, no estaban demasiado refinados, así que su coeficiente de sustentación era bastante bajo (su espesor era demasiado pequeño). En el caso de los pájaros prehistóricos probablemente entraban en juego más factores de la configuración general del ala (la distribución de cuerdas a lo largo de la envergadura, por ejemplo, o la presencia de garras en el borde de ataque).


primeros perfiles de los humanos

El caso es que, por una razón u otra, ni las alas de nuestros ancestros ni las de los hermanos Wright eran muy eficientes, por lo que para conseguir la sustentación necesaria la única solución era aumentar la superficie. Y como las alas debían ser estrechas, sólo se podía aumentar la envergadura. Pero un ala no se puede hacer indefinidamente larga, porque tiene que haber una estructura que evite que pierda su forma. ¿Solución? Pues partir el ala en dos. De esta manera se consigue más sustentación neta que con un ala única de igual envergadura, y a pesar de que la influencia de un ala sobre la otra aumenta bastante la resistencia aerodinámica, el balance final es positivo, y la configuración en biplano compensa frente al ala única. A veces los humanos utilizaban hasta tres planos (en el famoso Fokker Dr. I del Barón Rojo, por ejemplo), porque reduciendo la envergadura se conseguía mayor maniobrabilidad.


Fokker Dr.1

Seguro que os habéis fijado en los cables cruzados que suele haber entre los dos planos del ala en los primeros biplanos de los humanos. Cuando el avión está en tierra, el peso de las alas tira de ellas hacia abajo, lo que hace que los cables que van del encastre del ala superior a la punta del ala inferior estén en tensión, y los que los cruzan no soporten cargas. En vuelo, la sustentación tira de las alas hacia arriba y el efecto es contrario, invirtiéndose los papeles de los cables. Junto con las vigas verticales entre ambos planos contribuyen a hacer que este tipo de construcción sea bastante robusta, por lo que estructuralmente tiene muchas ventajas, sobre todo en los años en los que aún no se había avanzado demasiado en el tema de las estructuras ligeras.


estructura alar de un biplano

Sin embargo, el perfeccionamiento de los perfiles hizo posible reducir la superficie necesaria en las alas, y, cuando se consiguió reforzar la estructura lo suficiente como para que soportara las cargas de vuelo, los biplanos clásicos pasaron a mejor vida. Hoy día siguen haciéndose biplanos y triplanos, pero ya no tienen prácticamente nada que ver con los de aquella época. Ahora están diseñados para beneficiarse de la sustentación extra que proporcionan todas las superficies, minimizando los problemas de interferencia entre unas y otras al no colocarlas en la misma vertical, algo que antiguamente era casi obligatorio por cuestiones estructurales (en la imagen, un Rutan Proteus en vuelo). Al colocar las alas en tándem, la estela de la que va por delante suele afectar a la que está detrás, pero un buen diseño puede hacer que el efecto sea mínimo.


Rutan Proteus

Los perfiles aerodinámicos son tan importantes para un ala como las alas lo son para un avión. La forma del perfil es determinante para el coeficiente de sustentación (ya explicamos en otra ocasión cómo influyen las distintas geometrías en él). Y, al igual que con la planta de las alas, los humanos descubrieron que la forma del perfil debía cambiar con el régimen de vuelo. En vuelo subsónico funcionan de maravilla los perfiles de borde de ataque redondeado y de cierto grosor (en contra de lo que pensaban los humanos al principio, es decir, que el grosor sólo aumentaba la resistencia), con una línea de curvatura media convexa. Al aumentar el grosor del perfil consigue retrasarse la entrada en pérdida, y además puede hacerse un ala más rígida que ya no necesita cables que la sujeten, lo que reduce la resistencia global del avión. El Fokker Dr.1 fue el primer avión diseñado siguiendo estas directrices, y supuso una revolución en el mundo de la aeronáutica.


Evolución histórica del perfil alar

Sin embargo, los humanos se encontraron de nuevo con graves problemas al acercarse al transónico. En un perfil de curvatura convexa (positiva), y a velocidades subsónicas de cierta magnitud, se forma una onda de choque en el extradós (la velocidad a la que esto ocurre se denomina Mach crítico) que hace que la eficiencia del perfil caiga en picado. Tras muchos experimentos se dieron cuenta de que, si le daban la vuelta al perfil, la eficiencia era mucho mejor. Por desgracia, los pilotos encontraron inaceptable la idea de que para poder volar en esas condiciones tenían que hacerlo del revés (no me explico por qué). Y como en vuelo a baja velocidad estos perfiles tenían una eficiencia muy pobre, la idea fue desechada.


Variación de la eficiencia aerodinámica con el número de Mach para un perfil en posición normal e invertido.

Hasta que llegó Whitcomb con su perfil supercrítico, claro, que, a grosso modo, era un perfil convencional invertido con el borde de salida modificado para aumentar la sustentación y el radio del borde de ataque más grande. Este perfil no sólo tiene muy buenas características en el transónico, ya que la onda de choque se forma a velocidades más altas, más cerca del borde de salida y es más débil; sino que además proporciona alta sustentación a bajas velocidades debido al gran radio de su borde de ataque. Hoy en día prácticamente todos los reactores grandes tienen perfiles supercríticos, y gracias a ellos el vuelo a Mach 0,8 de los aviones comerciales es económicamente viable.


perfil supercrítico de Whitcomb

En régimen supersónico un perfil se encuentra con el mismo problema que un ala: se forma una onda de choque por delante de su borde de ataque. Y hay dos formas de enfrentarse a ello. Ya hablamos antes de la primera: hacer las alas en flecha, de manera que pueden volar con un perfil subsónico sin problemas. O bien, utilizar lo que se llama un perfil supersónico, y no hacer las alas en flecha. Los perfiles supersónicos tienen los bordes afilados (tanto, en algunos casos, que son necesarias protecciones cuando el avión está en tierra para que nadie se corte con ellos), y son más gruesos en el centro. Esta geometría disminuye mucho la resistencia en supersónico, pero produce muy poca sustentación a baja velocidad, por lo que es necesario aterrizar y despegar a velocidades muy elevadas (es decir, peligrosas).


Evolución de las ondas de choque alrededor de un perfil con el aumento de velocidad.

El F-104 Starfighter está diseñado de esta manera, con alas cortas y sin flecha, más al estilo de los misiles que de los aviones. Las altas velocidades de aterrizaje y despegue se cobraron la vida de muchos pilotos, y los humanos, que a veces incluso tienen sentido del humor, solían decir que la forma más barata de conseguir un Starfighter era comprar un terreno y, simplemente, esperar.



Y luego hay humanos que se extrañan de que pongamos en duda su inteligencia.


Más información sobre perfiles supersónicos aquí. Y aquí podéis leer la evolución hasta el perfil supercrítico, contada por uno de los ingenieros de la NACA (actualmente la NASA) implicados en ella.


La foto de la estructura del ala de biplano es propiedad de Max Haynes.


martes, 23 de octubre de 2007

ALAS (I)


La forma de las alas es quizá el factor de mayor importancia cuando uno quiere volar (aparte del hecho, por supuesto, de que es necesario tener alas para hacerlo). Ya seáis aves marinas de esas que vuelan larguísimas distancias, planeadores natos como los buitres, o ases de la velocidad como los halcones, vuestra forma de volar va a estar siempre, sin excepción, determinada por la forma de vuestras alas. Pero antes de explicar nada, hay que introducir algunos de los parámetros que se usan para definir la forma en planta de un ala:


Parámetros del ala

Según los humanos, en los pájaros se pueden observar cuatro tipos de alas (que ningún chorlito se ofenda por no estar recogido en esta clasificación; recordad que la han hecho los humanos):


Tipos de alas en los pájaros

  • El ala elíptica, como la que tenemos los córvidos y la mayoría de los pájaros adaptados a moverse por el bosque, es corta y ancha (es decir, de bajo alargamiento), redondeada y muy ranurada, lo que nos permite mucha maniobrabilidad y buena sustentación a bajas velocidades.
  • Las golondrinas, halcones y demás amantes de la velocidad tienen unas alas estrechas (alto alargamiento) y sin ranuras, y un perfil con poca curvatura, y suelen tener un poco de flecha. Esta configuración les permite volar muy rápido con la menor resistencia aerodinámica posible.
  • Las aves migratorias marinas, como el albatros, tienen unas alas de muy alto alargamiento, no ranuradas, para volar rápido y con el mínimo gasto de energía.
  • Y los planeadores de tierra adentro, como las rapaces y los buitres, tienen alas de alargamiento relativamente bajo y muy ranuradas, con un perfil bastante curvo, que les permite llevar cargas pesadas y gastar la mínima energía posible durante el vuelo, así como volar a baja velocidad.


Águila Real levantando un zorro, y un pariente saliendo por patas

También hay quien no tiene alas y se las fabrica por pura envidia (léase humanos). Y, como suele ocurrir con casi todo lo que hacen los susodichos, han terminado por crear cosas verdaderamente estrambóticas. En lo referente a formas en planta, por ejemplo, ya les queda poco por probar (aunque nunca se sabe por dónde puede salir un humano inspirado).


Tipos de alas

Comenzaron con lo más sencillo que se les pudo ocurrir: la planta rectangular. Pero este diseño presenta bastantes problemas, sobre todo cuando las velocidades comienzan a ser un poco altas, porque produce mucha resistencia. Luego se les ocurrió estrechar gradualmente las alas desde la raíz (o encastre) hasta la punta. Esta forma tiene algunas ventajas en relación con la anterior: refuerza la estructura en el encastre del ala y reduce la resistencia aerodinámica. Aunque el hecho de que la cuerda se vaya reduciendo hacia la punta hace que sea más propensa a entrar en pérdida en esa zona, lo que suele solucionarse retorciéndola, de manera que el ángulo de ataque de la punta sea mayor que el de la raíz. Pero esto, claro, también aumenta la resistencia aerodinámica.


Alas rectas y elípticas

Resulta que la resistencia tiene un mínimo para una distribución de sustentación con forma elíptica. Así que los humanos intentaron conseguir el ala perfecta con esa forma (Heinkel He-70), aunque pronto descubrieron que, con este diseño, toda el ala entraba súbitamente en pérdida y era imposible controlar el avión cuando esto sucedía. Modificando ligeramente la forma del ala consiguieron paliar este efecto (el famoso Spitfire, por ejemplo). Pero la mejora en aerodinámica no compensaba el coste que suponía fabricar una forma en planta tan compleja, ya que un ala recta con un estrechamiento de 0,4 o 0,5 produce una resistencia similar. Así que el diseño fue abandonado (como es costumbre entre los humanos cuando consideran que algo no es rentable).


F-22 repostando en vuelo desde un KC-10

Las siguientes en llegar fueron las alas en flecha, y lo hicieron cuando la velocidad de los aviones se acercó al régimen transónico. En estas condiciones comienza a aparecer otro tipo de resistencia aerodinámica: la resistencia de onda, asociada a la aparición de ondas de choque (ya hemos hablado de esto otras veces). Antes de llegar a vuelo supersónico aparecen ondas de choque locales en algunos puntos del avión, particularente en el extradós del ala, debido a que en esos puntos se alcanza la velocidad del sonido. Si el ala se coloca oblicua con respecto a la corriente, parte del aire puede desviarse siguiendo el borde de ataque, por lo que el flujo restante cruza el ala con menor velocidad. Es decir, es sólo la componente perpendicular al ala la que puede ocasionar ondas de choque. Cuanto menor sea esta componente (disminuye al aumentar la flecha), más velocidad neta necesitarán las ondas de choque para formarse, y, aunque el avión vuele a velocidades cercanas al transónico, la resistencia de onda será pequeña.


Flecha para distintas velocidades de vuelo supersónico

Cuando se alcanza y supera la velocidad del sonido, el punto más adelantado crea una onda de choque que afecta a todo lo que tiene detrás y tiene forma cónica. El cono será más afilado cuanto mayor sea la velocidad a la que vuela el avión. El objetivo en este caso es que las alas se mantengan siempre dentro de dicho cono, ya que en su interior la velocidad perpendicular al mismo es siempre subsónica y el comportamiento de las alas será bueno. Por tanto, cuanto mayor sea la velocidad de crucero de un avión, mayor deberá ser su flecha. Para régimen transónico debería valer entre 30 y 50 grados, dependiendo de la velocidad de crucero, y para vuelo supersónico la flecha debería ser mayor de 50 grados.


Maqueta del F-14 mostrando las distintas posiciones de las alas

A bajas velocidades, sin embargo, el hecho de que parte del flujo se desvíe a lo largo del ala, de la raíz a la punta, es perjudicial, porque hace que las puntas entren en pérdida (pudiendo ocasionar la «danza del Sabre», como la llamaron los humanos debido a que el F-86 Sabre tenía la mala costumbre de hacer eso). Además, la resistencia es mayor que si el ala no tuviera flecha. Se han diseñado varios aviones de flecha variable para intentar adaptar la flecha a las condiciones de vuelo (por ejemplo, el F-14), pero este sistema penaliza el peso y complica la estructura del avión.


Diferencias entre el flujo con flecha normal e invertida

La flecha invertida (X-29, Su-47) es una solución equivalente a la anterior para altas velocidades de vuelo, por las mismas razones. Sin embargo, presenta algunas diferencias. No tiene problemas de entrada en pérdida, porque el flujo de aire recorre el ala de la punta hacia la raíz, donde el fuselaje ayuda a reducir el desprendimiento de la corriente, y además, si es un ala con estrechamiento, la superficie es mayor cerca del encastre, proporcionando más sustentación. Por el contrario, son más inestables, y un avión con este diseño depende por completo de sistemas como el fly-by-wire, aunque esta misma inestabilidad también hace que sean más maniobrables.


Avión experimental de flecha invertida Grumman X-29

El ala en delta es un buen diseño para aviones supersónicos, ya que tiene un ángulo de flecha elevado y muy buen comportamiento a altas velocidades. Frente a un ala en flecha normal presenta las ventajas de ser más fácil de construir y mucho más robusta, además de disponer de mayor volumen en su interior para alojar mecanismos o combustible. La entrada en pérdida se produce para ángulos de ataque más elevados que en las alas en flecha. Sin embargo, los primeros diseños de ala en delta tenían una eficiencia aerodinámica muy pobre a bajas velocidades, por lo que los despegues y aterrizajes debían hacerse en pistas muy largas y a alta velocidad (lo que los hacía bastante peligrosillos), y presentaban problemas de estabilidad. Esto hizo que el diseño fuera casi abandonado. Fue en los años 70, con la llegada del fly-by-wire y la introducción de ligeros cambios en la geometría puramente delta, cuando se rescató el concepto. Muchos aviones modernos han conseguido retener las buenas cualidades del ala en delta y minimizar sus inconvenientes, obteniendo muy buena maniobrabilidad y altas prestaciones en un rango bastante amplio de condiciones de vuelo. Como ejemplo, un vídeo bastante espectacular del Su-27 haciendo la Cobra de Pugachev.


Eurofighter Typhoon, con su diseño en delta y canard

Otros diseños en delta incluyen el canard, además del fly-by-wire, con muy buenos resultados también, ya que ayuda a obtener la sustentación necesaria en el vuelo a baja velocidad, además de hacer el avión más maniobrable (JAS 39 Gripen, Eurofighter Typhoon).


Hasta aquí hemos tratado los tipos de ala más comunes. Los humanos han diseñado cosas realmente extravagantes, aunque muchas de ellas se basan en los principios que hemos visto, como por ejemplo el ala oblicua, que persigue el mismo objetivo que el ala en flecha:


Avión experimental de ala oblicua AD-1

Las alas en anillo, que para el mismo alargamiento tienen mayor eficiencia aerodinámica que un ala plana:


Ala anular

O los extraños diseños facetados de los aviones espías, como el F-117 (que en realidad penalizan la aerodinámica).


Avión espía F-117

O, en fin, cosas más raras todavía.


El X-36 y su extraña geometría sin deriva vertical

Para los chorlitos que quieran ampliar información, unos enlaces: sobre el vuelo de las aves, sobre vuelo supersónico y sobre formas de alas.


lunes, 15 de octubre de 2007

CARGA ÚLTIMA



lunes, 8 de octubre de 2007

TURISMO ESPACIAL


El desarrollo del avión por parte de los humanos desencadenó un proceso muy curioso. A medida que el tiempo de vuelo entre dos puntos se reducía y el alcance de los aviones aumentaba, la percepción que tenían del tamaño del planeta fue cambiando. Antiguamente la Tierra era un sitio inmenso, tan grande que llegaron a pensar que era plana a pesar de ser esférica (bueno, más o menos), algo que todas las aves migratorias saben desde hace milenios. Hoy en día, con una población de unos 6.600 millones de almas, comunicación electrónica instantánea entre dos puntos por alejados que estén, y aviones comerciales que en un solo vuelo pueden cubrir prácticamente la semicircunferencia del planeta, la Tierra se les ha quedado pequeña. Y además, entran en juego los incomprensibles impulsos humanos: el afán de exclusividad, el de exotismo, el de jugarse el cuello a lo tonto («emociones fuertes», lo llaman ellos), el de probar cosas nuevas, el de ser el más mejor… y claro, la conclusión lógica de todo esto sólo podía ser una: el turismo espacial.


Se venden satélites

Y, cómo no, los fabricantes de naves espaciales se frotan las manos ante esta perspectiva. Al fin y al cabo, si uno fabrica vehículos reutilizables y lo único que su comprador (en singular) hace es poner en órbita cuatro satélites al año, uno no puede dedicarse a vivir de las rentas. Pero la cosa cambiaría si en lugar de un vehículo lanzador se vendieran setenta. O setecientos. ¿Cuánto pagaría el humano medio por darse un paseo en microgravedad y poder decirle al vecino que ha estado en el espacio? Antes los viajes espaciales eran una actividad científica. Cuando llegaron los satélites de comunicaciones se convirtieron en una actividad comercial a pequeña escala. Pero… ¿qué pasaría si se satisficiera toda esa demanda de turistas aburridos?


Turistas en 2001: A Space Odyssey

Según un estudio de mercado hecho por japoneses en 1993 (los humanos hacen estudios de mercado sobre casi todo), el 70% de los humanos querría viajar al espacio, y aproximadamente la mitad pagaría el sueldo de tres meses por hacerlo. Otros estudios posteriores son quizá menos generosos con sus datos, pero todos coinciden en que hay muchos humanos que pagarían el precio. De hecho, las perspectivas son tan buenas que, antes incluso de que los vuelos espaciales comerciales sean una realidad, ya han empezado a surgir las primeras agencias de viajes especializadas. Así tenemos, por ejemplo, los proyectos de EADS Astrium, Constellation Services International, Space Adventures Ltd., y el de Virgin Galactic (que parece el más cercano). Esta última empresa anuncia que sus viajes espaciales estarán disponibles por 200.000 dólares a partir del año 2009, y ya permite realizar reservas desde su página web o a través de sus agentes.


SpaceShipOne

El optimismo de Virgin Galactic se debe al rotundo éxito de su nave SpaceShipOne (SS1), desarrollada por Scaled Composites, que ganó el Premio Ansari X en el año 2004. Hizo el primer vuelo espacial tripulado (un piloto y dos pasajeros) financiado íntegramente con fondos privados. Es una nave de aspecto muy sencillo, hecha casi en su totalidad de material compuesto (fibra de carbono / matriz epoxy), y con una velocidad máxima de Mach 3. Quizá su característica más llamativa es la forma que tiene de enfrentarse a la reentrada, que es la etapa del vuelo que más exige a la mayoría de las naves espaciales. Debido a que es un vuelo suborbital de reentrada lenta, un sistema de «emplumado» es suficiente para frenar la caída. La cola de la SS1 es muy grande en comparación con el resto de la aeronave, y está articulada de manera que puede adoptar una configuración que frene la caída y mantenga la estabilidad (algo parecido a lo que ocurre con una pelota de bádminton… supongo que es de ahí de donde se sacaron la idea de las plumas, porque cualquier parecido entre la SS1 y una pluma es pura coincidencia).


Esquema del motor cohete híbrido N2O/HTPB SpaceDev de la SS1

La SS1 también pone en práctica otra idea que puede suponer el camino para llegar a hacer viajes espaciales que cuesten menos que el producto interior bruto de un país: no despega desde el suelo. Hasta una altitud de 50.000 ft (15.240 m) vuela colgada del White Knight, del que se separa para encender su motor cohete híbrido de combustible sólido y líquido (goma y óxido nitroso) y subir en solitario hasta los 100 km, la línea de Kármán, donde se considera que comienza el vuelo espacial. Éste es el punto más alto al que llega la SS1 (lo suficiente para decir: «Pepito estuvo aquí»), y después comienza su descenso.


La SS1 y el White Knight
Senda de vuelo de la SS1

Actualmente Scaled Composites está trabajando en la SS2, que podrá llevar 6 pasajeros y 2 pilotos hasta una altitud de entre 160 y 320 kilómetros, aunque seguirá siendo un vehículo suborbital. Está previsto que esta segunda versión pueda funcionar a finales del 2009 para todo aquel que esté dispuesto a pagar el billete. Si la SS2 tiene éxito, proyectan lanzar en el futuro una SS3 que sí podría efectuar vuelos orbitales.


SpaceShipTwo

Más interesantes desde el punto de vista turístico, aunque quizá para turistas más inconscientes y con más pasta, son las misiones que anuncian Space Adventures Ltd. y Constellation Services International, basadas en la utilización de medios que ya existen y «de funcionamiento comprobado» (lanzadores rusos Soyuz). Space Adventures, por ejemplo, ofrece un paseo alrededor de la luna por el módico precio de 100 millones de dólares, una estancia en la estación espacial internacional o vuelos suborbitales, como Virgin Galactic, por 102.000 dólares (con seguro de cancelación incluído).


EADS Astrium, por su parte, presentó el pasado junio un proyecto de nave espacial suborbital que tiene el aspecto de un jet de negocios, llega al espacio por sus propios medios (hasta los 100 km de altitud), y puede transportar cuatro pasajeros, que durante tres minutos experimentarían gravedad cero. Esperan que su desarrollo pueda comenzar durante el 2008, y que pueda realizar el primer vuelo comercial en el 2012.


La nave espacial suborbital de EADS Astrium

Teniendo en cuenta que la fiabilidad de los vuelos espaciales en la actualidad anda por el 98% (es decir, de cada 100 vuelos 2 se estrellan), y que el precio aún está fuera del alcance de la mayoría (aunque el objetivo es reducir el precio del billete a unos 10.000 dólares por barba), todavía queda mucho para que los viajes al espacio por turismo sean un fenómeno de masas, como ocurre con el transporte aéreo. Pero bueno, así fue como empezó todo con los aviones: al principio, sólo se usaban para llevar el correo.


Imagen artística de la hipotética estación espacial CSS Skywalker

Por supuesto, lo que no puede faltar en la industria del turismo espacial son los hoteles. Ya hay unos cuantos proyectos para poner en órbita módulos habitables y estaciones espaciales comerciales con esa idea. Un ejemplo es la CSS Skywalker de Bigelow Aerospace, hecha a base de módulos inflables. Y no queda tan lejana, ya que los de Bigelow ya han lanzado su segundo módulo de prueba al espacio, el Genesis II, que lleva en órbita baja (LEO) desde finales de junio, y planean poner en órbita el gigantesco módulo BA-330 para el 2012.


Imagen publicada por la NASA de un hipotético estadio lunar

Quién sabe… puede que las Olimpiadas del año 2168 se celebren en la Luna.


Quizás incluso sean antes en la Luna que en Madrid, a este paso.




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